La respuesta, según el trabajo firmado por la Colaboración Pierre Auger que hoy merece la tapa de Science , sin duda un honor infrecuente reservado a los hallazgos más originales y de mayor trascendencia, es que estos misteriosos rayos que parecen llegar al planeta de todas partes provienen en realidad de regiones convulsionadas que se encuentran en el centro de galaxias ubicadas en nuestro "vecindario" cósmico, a no más de 300 millones de años luz, donde gigantescos agujeros negros (zonas del universo de tal densidad que ni siquiera la luz puede escapar a su atracción) son capaces de acelerar partículas subatómicas a velocidades cercanas a la de la luz. Los astrofísicos llaman a estas regiones "núcleos activos de galaxias".
"La ciencia es, en cierto modo, una apuesta -dice Alberto Etchegoyen, investigador principal de la Colaboración por la Argentina-. Apostamos a que podíamos identificar la fuente de los rayos cósmicos de altísimas energías y hoy, incluso antes de finalizar la instalación del observatorio, ya tenemos respuestas a algunas de nuestras preguntas y estamos abriendo una nueva ventana al universo, el camino para una astronomía de partículas cargadas."
Agrega Ingo Allekotte, subgerente general del observatorio: "Hasta ahora estudiábamos la radiación electromagnética. La información venía en partículas de luz, visible, de microondas, ultravioleta... Por primera vez miramos una fuente que manda no sólo radiación electromagnética, sino también partículas con masa".
El anuncio del hallazgo científico reunió a la comunidad de Malargüe en el moderno centro de convenciones situado a metros del edificio central del observatorio, con el vicepresidente electo, Julio Cobos, y las "reinas" de la ciudad mendocina sentados en primera fila del auditorio.
Tras la presentación, todos se dieron el gusto de aclarar sus dudas sobre estos extraños fenómenos del universo durante un diálogo espontáneo con algunos de los principales investigadores del estudio.
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